El remitente llama dos veces...

El cartero de mi barrio me tiene las gónadas inflamadas: todas las semanas cuando abro el buzón, retiro mis impuestos y, entre ellos, aparece un sobre que no es para mí, sino para algún vecino.

Estas cosas pasan y entiendo que se te pueda traspapelar una papeleta, pero... ¿todas las semanas?

Primero empezaron a llegarme cartas a mí que eran para mi vecino de al lado. Ningún problema, allí iba yo, todavía en pantuflas y gorro de dormir con pompón, hasta la casa lindera a tirar el sobre por debajo de la puerta.

Hace unas semanas, me enchufaron una carta para un vecino desconocido de la otra cuadra. OK, allá fui también a entregar el correo.

El otro día recibo un impuesto de un lejano vecino ¡de cinco cuadras! Y también fui con mi mejor cara de cartero a revolearle el impuesto a mi desconocido conciudadano.

Cartero: no tengo ganas de hacer tu laburo, dejá de 'traspapelarme' sobres. Hasta ahora fui con la mejor cara de póker a entregarlos donde correspondía, pero te van a nombrar empleado del mes y no te va a gustar.

Me daría culpa ajena (?) tirar a la basura los sobres que no son para mí, pero también pienso que debés entregar mis impuestos donde se te canta el ocote y, mis vecinos, amablemente los tiran en mi buzón. Si desecho alguno en vez de entregarlo, el karma va a castigarme duro: algún otro vecino no me devolverá un sobre para mí y me cortarán algún servicio indispensable, como la medicina prepaga, el gas o el agua. O algo más vital aún, como la interné.

Cartero, voy a dejar las PCs que me traen mis clientes al lado del buzón así las reparás mientras yo me rasco la estampilla. Último aviso.

Gracias a mí, el correo nunca fue tan eficiente (?)